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¿POR QUÉ NO FUNCIONA EL MODELO BASADO EN COMPETENCIAS? ELIJA SU OPCIÓN
-Primera parte-

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Por Javier Carlo

 

 

 

No pretendo ser un especialista, pero luego de 10 años inmerso en el ámbito de las universidades, mi mente loca ha dilucidado algunas hipótesis por las cuales el modelo de educación basado en competencias no está funcionando. Sé que suena arriesgado, sin embargo, es preciso reconocer que de la teoría a la práctica, el hecho de que nuestros estudiantes se comprometan con su propio aprendizaje, se ocupen activamente de él y se involucren en dinámicas de trabajo casi reales, dista mucho de los resultados que nos hemos propuesto, y he aquí algunas de las razones.

Atinado o no, elija usted aquella que le parezca más lógica.

1. Los involucrados no comprendemos al 100% este modelo.

El concepto de competencia ya es difícil de comprender, pues abarca muchos aspectos; el modelo completo lo es aún más. Al parecer, sólo los responsables de las áreas de desarrollo y capacitación lo dominan, por ser quienes más trabajan en instaurarlo; pero francamente no existe una intención real de parte de todos los profesores ni de todos los administrativos (incluyendo a la dirección) por integrarlo a la cultura de nuestras instituciones, dado que la mayoría –sino todos– provenimos de un modelo de educación conductista y cambiar de enfoque implica muchas adaptaciones y ‘sacrificios’ que no siempre estamos dispuestos a hacer.

Así, el modelo se entiende y se implementa de dientes para afuera, sin que creamos firmemente en su método ni en sus resultados. Se convierte por mucho en una imposición, no en una meta.

2. Los estudiantes no comprenden el modelo, pero tampoco se los clarificamos.

Los estudiantes, al igual que nosotros sus profesores, también provienen de un modelo de educación conductista y se aferran a él. En este sentido, no existe una inducción efectiva al modelo basado en competencias, que deje clara la dinámica, los beneficios y sobre todo las responsabilidades que un alumno habría de asumir al ingresar a un programa o a una institución que predique esta forma de enseñanza.

Al percibirlo como un modelo más arduo y ‘doloroso’, puesto que demanda la participación activa y el desarrollo de las habilidades interpersonales, entre otros aspectos, los estudiantes prefieren seguir cobijando las expectativas tradicionales antes que enfrentarse a un escenario real y aprender mediante el proceso, y así vuelven a erigir la memorización, el individualismo, el ‘apapachamiento’ y la ley del menor esfuerzo como los pilares que no sólo amparan su aprendizaje, sino que los resguardan de cualquier propuesta innovadora de sus profesores (o desvío); quienes no pocas veces resienten los estragos de este mal entendimiento y de la falta de complacencia, y corren el riesgo de quedar fuera del sistema, paradójicamente al tratar de implantar este modelo.

Aunado a lo anterior, cada vez es más frecuente que los alumnos menosprecien varias de las materias de su plan de estudios, por considerar que no son útiles para su formación o por no gustarles, y que arremetan en contra de sus profesores en caso de que estos no amortigüen o ‘los libren’ de tales contenidos.

3. La estructura administrativa es poco flexible como para implantar el modelo.

En términos de la efectividad institucional, implantar el modelo basado en competencias suena muy bien, pero a nivel de la estructura administrativa, los hechos sugieren que no siempre es deseable que éste permee en las funciones, los procedimientos, el comportamiento, la forma de organización y la toma de decisiones de esta área.

Así, la administración de muchas universidades enarbola el modelo; sin embargo, no respalda la actividad académica ni se adecua a ella, tampoco reconoce el empeño de los profesores o el crecimiento gradual de los alumnos; el proceso de construcción del aprendizaje pasa a segundo término, en tanto que los índices de eficiencia y los instrumentos con que estos se miden, se siguen orientando hacia una mera contabilidad de los resultados, donde más es –erróneamente– mejor y la calidad queda volando.

Y si hay cosas que el modelo basado en competencias no contrarresta, esas son la burocracia, la inercia y la falta de visión, y un modelo sin visión es simplemente una tragedia.

4. Existe escasez de recursos.

El modelo basado en competencias demanda una serie de recursos ambientales, tecnológicos y pedagógicos que desafortunadamente no todas las instituciones tienen; pero lo más lamentable es que muchas de ellas tampoco tienen el afán de conseguirlos (o proveerlos), en tanto que los consideran poco indispensables.

No se trata sólo de salones, bancas y computadoras, sino de contar con espacios apropiados para generar el aprendizaje, la infraestructura adecuada y un equipo humano actualizado a todo nivel. Aspectos tales como el acceso y la fachada de la universidad, la capacidad y el equipamiento de las aulas; los servicios, los suministros, las herramientas; los niveles de seguridad, disciplina y congruencia administrativa, entre otros, no sólo refuerzan el sentido de pertenencia, también contribuyen con la dinámica colaborativa y la concreción de logros (incluso en escenarios poco favorables).

Hoy por hoy, ya no es posible ubicar una universidad en una casa o remitirla a una página en Internet, como tampoco es posible delegar la formación de los alumnos a un equipo falto de competencias o bien, limitado de oportunidades.

 

(Continuará…)

 

 


Javier Carlo

Maestro en Comunicación por parte de la Universidad Internacional de Andalucía (UIA), España, y Licenciado en Ciencias de la Comunicación egresado del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), México. Actualmente cursa la Maestría en Administración de Tecnologías de Información, en la Universidad Virtual del ITESM.

Su experiencia profesional abarca el desarrollo de programas educativos a nivel superior y la impartición de cátedra; así como el marketing para medios y el desarrollo de proyectos audiovisuales.

A la fecha es profesor del Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe, y gestor de proyectos de comunicación.

 

Contacto:
jcarlomena@gmail.com
Facebook: Javier Carlo
Twitter: javocarlo

 


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